El nacimiento de la campaña social para los jóvenes Reinicialízate (como parte de nuestro Programa de Sustentabilidad Individual).
Nuestro Planeta está en peligro. Lo podemos salvar mediante la Sustentabilidad Individual: Reinicialízate.
Nuestro planeta está cada vez más afectado. Los mares, montañas los hemos dañado. Los polos se están derritiendo.
Son dos los grandes flagelos de la civilización moderna: la vida sedentaria y el alto consumo de energía.
La esperanza para salvar al planeta es el empoderamiento de los jóvenes mexicanos y del mundo.
La salud es parte de la Sustentabilidad Individual: mediante el cuidado, la actividad física y la buena nutrición.
Vivimos tiempos de modernidad, de avances científicos y tecnológicos, siendo que en esa vorágine, nuestra civilización ha olvidado algo fundamental: somos personas con cuerpo, mente y espíritu. Y así debemos alimentarlos y preservarlos – no solo al cuerpo. Pero en efecto, comenzando por el cuerpo, de modo sano, nutritivo y accesible.
El concepto de Sustentabilidad Individual cobra fuerza en el pensamiento de la Fundación México en la Cima del Mundo, A.C. al haber publicado en el 2006 un Plan Maestro para enfrentar el Cambio Climático. Un plan que, bajo una perspectiva integral, planteó vías de solución a un problema complejo que traspasa fronteras y supera lo geopolítico - porque la atmósfera y nuestro planeta no se ocupan de cuestiones ordinarias ni mucho menos mundanas. Precisamente para que en el concierto internacional se sumaran esfuerzos y desplegaran acciones en una misma lógica: hacia una misma dirección. Empero, en la realidad ha sucedido lo contrario.
No siendo suficiente hoy nos preocupamos más por la Sustentabilidad Global (llevada al término de Sostenibilidad Global por los eruditos que se preocupan sin cesar por la semántica, en vez de proponer acciones y dar resultados), cuando lo primero que debiésemos hacer es, enfocarnos en la Sustentabilidad Individual.
A procurarnos cada uno de nosotros como personas, como individuos y luego a nuestras familias. Que implica responsabilidades y deberes, convicciones y valores, hábitos y virtudes, y en ciertas ocasiones, sacrificios. No podemos tener un mejor planeta si no comenzamos con nosotros mismos, con nuestro cuerpo, mente y espíritu.
Entendiendo al ser humano como un ente que existe de modo orgánico, racional y espiritual. Y aún más, que en su esencia está ser mejor y trascender. Es menester recordar que somos parte de la naturaleza, de la energía de nuestro planeta y del universo. No hemos nacido de la nada, y al tiempo en que la ley divina nos llegue, solo nos transformaremos en materia distinta.
Es así que el centro generador de energía más cercano que tenemos es nuestro cuerpo. De ahí que sea conveniente llevar una alimentación sana y nutritiva, hacer ejercicio físico y de ser posible escalarlo al deporte, mejorar nuestra capacidad de concentración, elevar nuestra autoestima y velar por la seguridad propia y de nuestras familias. Pero además es importante desenvolvernos en los ámbitos que inciden de manera preponderante en la vida: en la cultura, las artes, la ecología, la ciencia, la ayuda humanitaria. Para vivir mejor y vivir bien, para influir en la sana convivencia dentro de la comunidad y lograr la cohesión social. En última instancia para fortalecer a nuestra Patria y sentirnos orgullosos de ser mexicanos.
Y de nuevo, debemos regresar a la naturaleza: integrarnos a ella para que el proceso sea eficaz y duradero. Esto es, sustentabilidad individual. La sustentabilidad o sostenibilidad global no pueden ser entendidas ni efectivas, sin trabajar de manera convencida y sistemática en nuestra propia persona.
La sustentabilidad individual es un concepto que venimos trabajando en la Fundación México en la Cima del Mundo, A.C. Pero el concepto como tal viene de un estilo de vida que desarrollaron nuestros padres y abuelos, y sus ascendientes. Que se esparció desde el surgimiento de las civilizaciones de Mesopotamia, Egipto, en la antigua China, en el Imperio Romano y desde luego en las culturas prehispánicas del continente americano con destacada presencia en aquellas asentadas en lo que hoy es territorio mexicano.
Un pasado rico en evolución que, ante la ausencia de la industrialización, como la concebimos hoy, las economías se focalizaban en la producción agrícola y en el comercio a corta distancia. La alimentación era otra, la vida sedentaria relativa, el transporte a pie o a caballo, las emisiones contaminantes a la atmósfera no representaban ninguna amenaza. No buscamos regresar al pasado ni alejarnos de la modernidad, sería absurdo, insensato, mojigato y demagógico. Pero conviene recordar nuestros orígenes, comprender nuestra esencia, analizar nuestra vida y vislumbrar nuestras perspectivas y horizontes.
Y para eso debemos empezar por lo primero: cuidar lo que comemos y como lo comemos.
Es urgente que impulsemos la filosofía que merece la ciencia y ser condescendientes con nosotros mismos y el prójimo: que al paso en que caminamos, no dejaremos atrás vicios, enfermedades, mezquindad, corrupción, mediocridad ni negligencia. Es importante despertar del letargo anímico en el que estamos atrapados por el consumismo, la soberbia y vanidad, la deshumanización e insensibilidad, el egoísmo y la psicopatía social de creernos el centro del mundo.
Es urgente volver a ser nosotros mismos: seres humanos con salud, bienestar y dignidad.
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